viernes, 9 de diciembre de 2011

¿En dónde está Dios?

Quiero creer, quiero mi fe…
Y ahora estoy tan confundido, niebla y humo alrededor,
¿dónde está el sol?, ¿dónde está Dios?,
dime, ¿quién me lo robó?

El retraso había logrado que mi mal humor se desatara, pues mi idea original era llegar puntualmente a las 6 de la tarde. La lluvia, la espera de mis acompañantes y sobre todo, la espera del MIO, que a mí se me hizo una eternidad, hicieron que mis prejuicios contra ésta experiencia aumentaran, me parecía que el universo entero se estaba confabulando para demostrarme que todo lo relacionado con el tema era del tipo calamitoso, y claro, para todo aquel que no esté acostumbrado, es de lo más natural pensar de esta manera, porque después de todo ¿quién puede sentirse del todo a gusto y cómodo cuando se encuentra próximo a enfrentarse y ser, de cierto modo, parte de un culto que socialmente genera rechazo, temor  y hasta odio?. Sí, yo sabía que era un culto para muchos desconocido, pero así como era desconocido, también era calificado abiertamente como molesto, ruidoso y sobre todo blasfemo.

El sábado 28 de Marzo, a las 7 de la noche, una hora más tarde de lo previsto, me encontré en una calle oscura, con casas de aspecto antiguo y abandonado, pues en ninguna se veía señal de movimiento o alguna luz encendida filtrándose por las ventanas, y para completar la escena, grandes árboles situados a ambos lados de la calle, los cuales daban un aspecto que si bien no era tenebroso del todo, al menos hacían preocuparse bastante por la seguridad personal, pues desafortunadamente, en una ciudad como Cali, una calle con ésta descripción siempre hace pensar “en cualquier momento aparece un ladrón de atrás de alguno de esos árboles, y no hay nadie a la vista para ayudarme”. Hacía frío y justo frente a mis ojos, se levantaba imponente una casa que nada tenía que envidiarle a aquellas que aparecen en las películas de terror; tampoco en ella había señales de la presencia de alguna persona, pues estaba completamente oscura y silenciosa. No estaba segura de que fuera el lugar correcto, sin embargo, avancé, puesto que la persona que me había invitado se movía con total seguridad y soltura  por el espacio que nos separaba de la puerta principal, la cual estaba abierta.

Al entrar, nos encontramos con un pasillo que conducía a lo que parecía ser un comedor, aunque éste también se encontraba en penumbra; el suelo de baldosas estaba húmedo aún por la lluvia, y el aire frío se colaba por las ranuras de la puerta y las ventanas del frente, acentuando la sensación de que algo no estaba bien, aquello no se parecía en nada a la idea que me habían vendido de una iglesia cristiana, pero continué avanzando. No me percaté de la puerta que se encontraba a un costado del pasillo, hasta que mi guía se paró frente a ella y acto seguid, la abrió de golpe. El susto que me di fue inmenso cuando más allá de las luces provenientes del cuarto, escuché los gritos de varias personas que se encontraban adentro; tras el impacto vino el desconcierto, luego el alivio al comprobar que estábamos en el lugar correcto y, finalmente, curiosidad por saber quiénes eran esas personas tan efusivas, y claro está, cómo era una reunión de jóvenes cristianos. Efectivamente, me encontraba en la Comunidad Betel.

Al entrar al cuarto descubrí que era muy grande, con un suelo cubierto por baldosas cuadradas, de color marrón y amarillo quemado dispuestas como en un tablero de ajedrez. Había también 6 mesas grises y rectangulares de mediano tamaño, con sillas, también metálicas dispuestas a su alrededor, aunque éstas de color verde; en el mismo costado en que se encontraba la puerta, había una pequeña cocina, en donde dos mujeres mayores se encontraban charlando mientras cocinaban. En la parte delantera del gran cuarto se encontraba una amplia tarima bien iluminada, al igual que el resto de la estancia. Ciertamente, este cuarto me recordó a alguno en el que había estado unos años atrás durante un retiro espiritual. 18 personas nos saludaban alegremente mientras íbamos entrando, nos pidieron que nos presentáramos y luego nos invitaron a tomar asiento para iniciar con la actividad, afortunadamente aún no habían iniciado.

La indicación era que en una hoja que nos habían dado, debíamos escribir nuestros proyectos a corto y largo plazo, nuestros miedos, aquello que queríamos cambiar de nosotros y de nuestras vidas, y por último, nuestro mayor deseo. Hasta ese punto me pareció una actividad de lo más normal, sin embargo, mi opinión cambió radicalmente cuando el mayor de los presentes, quien había dado las indicaciones, y que por ende era el líder, empezó a preguntar cuánto estábamos dispuestos a dar con tal de que se cumpliera todo aquello que habíamos escrito en la hoja. Según este juego, él era Dios, y por ser Dios, tenía todo el poder para sacarnos los ojos, cortar nuestras manos y piernas, o tomar nuestras vidas para servirle como sus esclavos, todo a cambio de que cuando él lo quisiera, nos concedería todo aquello que escribimos. No aceptaba una negativa por respuesta, parecía que, obligatoriamente, debíamos entregarle alguna parte de nosotros, porque de lo contrario no obtendríamos nada; aquellos que lograron negarse, incluyéndome, fuimos ignorados, como si hubiéramos dejado de contar por no haber dejado que “Dios” nos mutilara o nos privara de nuestra libertad.
Minutos más tarde, la explicación fue que, por nuestro propio esfuerzo no era posible que consiguiéramos algo, sino que todo dependía de la voluntad de Dios, y que por cada petición o acción debíamos estar dispuestos a entregarle cualquier cosa que Él quisiera. Ninguna persona debía negarse a su voluntad, porque de lo contrario, Dios impondría un castigo. En toda la sesión, que duró una hora, todo giró en torno a que a Dios debíamos temerle, y que a Jesucristo, debíamos reconocerle siempre su superioridad, porque de no hacerlo, las puertas del cielo jamás se abrirían para nosotros. El perdón no existió en esa hora, y pensé que me encontraba ante una deidad completamente diferente a la que conocía, pues al ser católica, mi noción de Dios consistía en un ser bondadoso, que ofrecía su perdón ante nuestros errores, y nos daba la posibilidad de reivindicarnos. Este Dios, aunque parezca blasfemo, se me pareció más a un padrino de la mafia, que te da lo que pides, pero te cobra el doble y con intereses; un ser vengativo y arrogante frente al cual no es posible hacer mucho más que postrarse en señal de obediencia y sobretodo, temor.

Tras el sermón atemorizante, el hombre que dirigía al grupo cerró la sesión con una oración, en la cual, para mi asombro no estuvo presente el gesto de santiguarse, simplemente, al final hubo un “bueno muchachos, pueden irse”.  Desconcertada por esta experiencia de intimidación hacia los jóvenes cristianos, me dirigí a mi casa, esperando con ansias el día siguiente, pues iría a un “culto”, como lo llaman ellos, y que es diferente a la reunión para jóvenes que se realiza los sábados. Esta vez iría a una  iglesia más cercana, pues quería contrastarlas y saber qué similitudes o diferencias había entre ellas.

A pesar de lo corto que había sido este primer encuentro con un grupo cristiano, ya rondaban en mi mente algunas preguntas, referentes al por qué tantas personas elegían esta fe que les imponía una actitud servil y débil frente a una deidad imponente que les entregaba todo, pero a la vez les exigía entrega absoluta y sumisión. ¿Acaso es tan grande la necesidad de un consuelo espiritual en nuestra sociedad? Como fuera, preferí esperar al domingo para cerciorarme o retractarme de mis especulaciones.

A las 11 de la mañana del día siguiente, me encontraba en la entrada del centro cristiano, “El Nazareno”. Era increíble la cantidad de autos que intentaban aparcar en este lugar, y más aún, la aglomeración de personas que hacían fila o para pagar por sus peticiones o para entrar al sitio en donde se realizaría el culto, me uní a esta fila y rápidamente estuve adentro. Me tomó unos segundos ubicarme y tomar conciencia del montón de sillas de plástico blanco que se encontraban allí, puestas en cualquier dirección y por todo el amplio espacio de paredes blancas. Pese a que afuera hacía frío, pues había estado lloviendo, en el interior de la gran casa se sentía un calor incómodo causado por la aglomeración de personas que hablaban y se movían apresuradamente en busca de los mejores puestos. Bastante nerviosa por la situación, procedí a buscar silla libre próxima a la tarima adornada con grandes floreros, micrófonos, instrumentos musicales, y un podio de madera maciza, en la cual supuse que se situaría el pastor para predicar a toda la comunidad Nazarena. Mi asiento, no estaba ubicado precisamente frente a la tarima, pues en esa zona ya no había nada libre, pero en compensación, estaba justo en frente de una pantalla plana de unas 32 pulgadas que se encontraba suspendida del techo, como tantas otras esparcidas por todo el espacio. Frente a estas pantallas, pensé que la gran mayoría de iglesias católicas no cuentan con los recursos económicos para un lujo de este tipo… Quizás si pudieran costearlo, más católicos asistirían a misa, quién sabe… ciertamente ver la pantalla era más cómodo que estirar el cuello, aguzar el oído y forzar la vista para atender a lo que pasa  en una iglesia católica.

Una vez que la gran mayoría de personas estuvieron ubicadas en sus sillas, comenzó un mini concierto que duró los primeros 40 minutos del culto, el juego de luces en el escenario, las transiciones de las tomas en las pantallas y en conjunto toda la música, me parecieron algo completamente raro en una iglesia y hasta extravagante, sin embargo, podía notar como la música con ritmos modernos y pertenecientes al género del rock, atrapaban al público que cantaba y aplaudía feliz, entregado a la música y a la letra de las canciones que alababan a un Dios protector, razón de su existencia. Miraba a quienes estaban a mi alrededor, y en sus ojos se veían reflejada una gran alegría y sobretodo, completa disposición para el ritual, lo cual, según mi experiencia religiosa, no suele ocurrir en una iglesia católica, donde las canciones son lentas y donde la mayoría de las personas tienen una expresión en sus rostros que refleja aburrimiento y monotonía. ¿Por qué esta entrega?

Cuando inició el discurso del pastor, noté inmediatamente una similitud con la noche anterior: temor a Dios. El pastor era un hombre de unos 50 años, vestido elegantemente, y que a través de chistes flojos, al menos para mí, pretendía que su público se convenciera de sus palabras, primero, anuncios que implicaban la próxima visita de “hombres muy usados por Dios”, lo cual no entendí sino hasta la quinta vez que lo pronunció… estos hombres, son un tipo de marionetas que Dios emplea para expresar su voluntad y en el caso de los Nazarenos (no me atrevo a generalizar), lograr que se lleve a cabo la “boda del cordero”, la cual, contrario a mis especulaciones, no incluía animales ni nada por el estilo, sino a un novio, Jesucristo, y a una novia que Dios preparaba, es decir, la iglesia. A partir de un pasaje de la Biblia, del libro del génesis, en el cual Abraham enviaba a uno de sus más fieles sirvientes en busca de una  mujer para su hijo Isaac, el pastor empezó a explicar las características que dios había estipulado para la novia de Jesús, aunque en la Biblia jamás se mencionaron, pero el aseguraba que eran: una identidad firme, carácter y ser servil. Claro, de forma radical, la identidad de la iglesia cristiana jamás debía verse doblegada o tentada por otras religiones, debía tener un carácter un férreo y poner todo de sí a disposición de Dios, ante el cual también debía ser servil, obedecerlo en todo, porque se reitera: “Dios es muy bueno, siempre y cuando le entreguemos todo lo que tenemos sin dudarlo, de lo contrario, fácilmente puede quitarnos todo; es impensable que haya quienes no le teman a Dios”

Los niños fueron separados, de sus padres y enviados a diferentes salones de la gran casa, clasificados por edades desde los 3 años, a mi parecer, edad a partir de la cual se es más consciente de todo... cual mercancía, los niños son numerados, de esto me  di cuenta, porque en la pantalla frente a mí apareció unos minutos más tarde un letrero que anunciaba: “la madre del niño #8 presentarse a la sala cuna”; me habría gustado saber qué hacían con los niños en esos salones, aunque con lo que ya había visto hasta el momento, podía hacerme una idea sobre lo que les estaban inculcando. Hubo una inconsistencia que me pareció alarmante, no tanto por la naturaleza de la misma, sino por la reacción que debió haber causado y que no se produjo: de manera inconsistente, el pastor había declarado antes que ellos eran un grupo religioso, sin embargo, más tarde, terminando el culto, proclamo que “la religión embrutece, es una maldición”, pero nadie más se dio cuenta, el público sólo repetía efusivamente “amén, amén…” con gestos expresión encantada, lo cual daba algo de miedo porque parecía que no razonaban lo que escuchaban, sino que seguían como autómatas lo que su pastor les decía. Para el final del culto, el miedo me había ganado y estaba desesperada por salir de ese lugar, no podía entender cómo con un pasaje de la biblia, modificado e interpretado de la forma más extraña y sospechosa, la gente había terminado con lágrimas en los ojos, riendo fascinados con las manos en alto repitiendo “amén, amén, amén…”. Sentí que acababa de presenciar un lavado cerebral, en el que a esa gente les habían prometido riqueza material, poder y vida eterna, a cambio de servir siempre a un Dios aterrador pero inmensamente poderoso.

Al final del culto, el pastor invitó a los “hermanos nuevos” para que se quedaran un momento, ya que luego él les daría la bienvenida a la comunidad; ante esta invitación, apresuré el paso hacia la salida, pues paranoica, creí que alguno de los fieles notaría que era nueva y me tomaría del brazo para llevarme con aquel hombre que me había parecido tan soberbio y manipulador.

Estando fuera, donde de nuevo se sentía frío y se podía caminar sin tropezarse con nadie, pensé que nunca vi una iglesia católica tan llena de fieles entusiasmados y devotos como los vi aquí… En comparación con los grupos cristianos, el catolicismo se muestra mucho más flexible, con un Dios de bondad y dispuesto a perdonar nuestros errores, así como a darnos la libertad para elegir las acciones que realizamos. Mientras que el pastor Nazareno oraba por bienes materiales con fuerza, en la iglesia católica nos enseñan que los bienes materiales no son lo más importante… Entonces, ¿por qué teniendo un trato más “amable” por parte del catolicismo, había tantas y tantas personas entregadas a un grupo religioso tan radical, que concede dosis enormes de sufrimiento y culpa por cada mínimo error que se cometa?  Tal vez esta flexibilidad y suavidad de la iglesia católica no es suficiente para llenar los vacíos espirituales de las personas, tal vez la comunidad se sienta tan resquebrajada por los problemas que se presentan en sus vidas, que necesitan una satisfacción, un aliciente, que en este caso se manifiesta en una deidad dominante que paso a paso les marca el camino que deben seguir. Quizás este grupo religioso, con sus promesas de grandeza y las puertas abiertas al cielo, alivia a las personas que necesitan creer que hay  una solución “milagrosa” al alcance de sus manos.

A partir de mi experiencia, entendí que no se trata de los buenos oradores que sean estos pastores, porque no lo son, sino de qué tan vacías se sientan las personas que acuden a estas iglesias, qué tan necesitadas se encuentren de algo en qué creer…y mientras la iglesia católica continúe con su pasividad tanto en celebraciones como en sus mensajes, las iglesias cristianas, siempre seguirán llenándose hasta lo impensable de personas en busca de fe y consuelo, pero eso sí, con voz firme que les asegure que todos sus problemas tienen solución allí mismo, que todo lo pueden lograr porque hay un Dios que se encargará de ello, siempre y cuando sean buenos y obedientes, una condición, que seguramente, en momentos desesperados no significa gran cosa. Tras estos dos días de haber presenciado celebraciones cristianas, no me queda más que sentirme conforme con el catolicismo, que no me exige tanto y me trata más suavemente, por lo menos ahora, que espiritualmente no me encuentro quebrantada ni desesperada por una solución que mágicamente recae en algunos hombres, que se hacen llamar pastores, “hombres muy usados por Dios”.

Marx tenía razón, la religión es el opio del pueblo, el alivio para las masas oprimidas que buscan consuelo… 

martes, 15 de noviembre de 2011

Teatro Mágico


SOLO PARA LOCOS... LA ENTRADA CUESTA LA RAZÓN. 

Proyecto final para Seminario Taller de Informática I
Realizado con Illustrator CS2
Universidad Autónoma de Occidente
Octubre de 2007

viernes, 11 de noviembre de 2011

De la Mala Praxis y otros Demonios

El idealizar a las personas en cuyas manos pende la vida de muchos otros, puede con- vertirse en un error que no admite arrepentimientos, y que por el contrario solo deja marcas imborrables y una dura lección: nadie está exento de cometer errores.


Calidad humana era lo que le faltaba al ilustrísimo doctor Victoria, uno de los tantos médicos a los que acudió Rosa María.

Al verla, sin siquiera saludarla o preguntarle su nombre, le tomó el brazo en el que se veían claramente las erupciones cutáneas que la habían llevado hasta él, y frente a seis de sus estudiantes de medicina, dijo con toda frialdad: “mire, en un caso como el de ella, uno ¿qué hace? Le mira las ronchas, las oprime, y si no le queda sangre es porque no tiene lupus, entonces uno como médico, ¿qué desea?, que se vaya donde otro médico para quitarse este problema de encima, porque a ella lo que le puede pasar es que le dé un paro respiratorio y se muera, porque tiene trombos”.

Ella le agradeció, con sarcasmo, su inmensa calidad humana y se retiró del consultorio.

***
A mediados del año 2007, Rosa María Bolaños, una mujer de 45 años, que raramente se enfermaba, ni siquiera de una gripa, empezó a presentar pequeñas erupciones en su piel, como aquellas que quedan de las  molestas picaduras de los mosquitos, en sus  brazos, piernas, espalda, torso, cuello e incluso en su rostro. A pesar de lo incómoda que era la picazón y de estar cubierta de ronchitas rojas, no se alarmó, pues pensó que era una alergia normal, como la que muchas personas tienen y sobrellevan sin tener mayores dificultades en sus vidas.

Empezó a tomar, sin ninguna indicación médica, Loratadina, el medicamento más común para el tratamiento de alergias, incluidas aquellas de tipo dermatológico;  sin embargo, al notar, unos días después de la aparición de las erupciones, que el medicamento no estaba dando los resultados que debía, y que, además,  su cuerpo estaba presentando hinchazón en sus extremidades principales y su rostro, decidió acudir a Colsanitas, la empresa de medicina prepagada a la que estaba afiliada, en busca de un  alergista que la ayudara con lo que se estaba convirtiendo en un algo mucho más serio que una alergia común.

Le recomendaron al doctor Carlos Quintero, reconocido alergista, y al que incluso calificaban como uno de los mejores en su campo. Era un hombre de casi 60 años, alto, delgado, con cabellera cana, excepto por algunos mechones que conservaban aún pigmentos de color negro, siempre vestido de blanco y obsesionado con la higiene, a tal punto que no tocaba nada con sus manos, abría puertas empujándolas o usaba guantes cuando necesitaba hacer contacto con algún objeto, y si por alguna razón debía tocar algo con sus manos desnudas, inmediatamente corría a lavárselas con jabón desinfectante. Rosa María pensó, que un hombre de aspecto tan inmaculado y tan cuidadoso con la higiene, sabía lo que hacía. 

Efectivamente, el doctor Quintero sabía lo que hacía: le aplicaba a sus pacientes, de todas las edades, unas vacunas que él mismo había creado para combatir las alergias tanto cutáneas como respiratorias, y las cuales prometían excelentes resultados. El único problema de tan maravilloso medicamento, era que contenía esteroides y sus pacientes no lo sabían.

Sin saberlo, recibió dosis de esteroides, tanto en las vacunas como en tabletas durante seis meses, aproximadamente, sin que la situación mejorara; por el contrario, la alergia en la piel empeoraba y su cuerpo presentaba una inflamación constante que le generaba adormecimiento en manos y piernas. Al ver que la medicina, que con tanto orgullo administraba a sus pacientes, no estaba funcionando en Rosa María, el doctor Quintero decidió probar con otros medicamentos, que también contenían esteroides, entre ellos, una inyección, que según indicaciones médicas sólo se puede aplicar dos o tres dosis al año en un adulto, y que a Rosa María le aplicaron ocho en ocho meses.

Durante los seis meses que estuvo bajo tratamiento con el doctor Quintero, pasó de 60 kg. a pesar 73 kg. lo cual le parecía alarmante, no sólo por las consecuencias que esto traía a su autoestima, sino porque a pesar de haberse sometido a los tratamientos con toda disciplina y resignarse a los cambios negativos que le estaban generando, la alergia no cedía. Las erupciones cutáneas parecían haberse instalado indefinidamente en su piel, con todo el malestar y comezón que generaban, sumado a la inflamación en su cuerpo que iba y venía sin dar señales de tregua.

Un día, mientras conversaba con su amiga, la médico internista, Dora Salazar, empezó a narrarle su experiencia con el inmaculado doctor Quintero, y a nombrarle la lista de medicamentos que le estaban recetando para su tratamiento contra la alergia. De inmediato, la doctora Salazar se alarmó y le informó a su paciente que todos los medicamentos que se le estaban administrando contenían esteroides, lo cuales, administrados con gran frecuencia o en altas dosis, pueden generar efectos adversos, como el aumento de peso, por ejemplo.

Este importante dato que la doctora Salazar acababa de darle, fue suficiente para despertar en Rosa María el miedo, la preocupación y la desconfianza tanto por su salud, como por el doctor Quintero. En su siguiente cita con él, no dudó en hacerle los reclamos pertinentes.

Ante la expresión de angustia y enojo de Rosa María, el doctor Quintero sonrió abiertamente, y con toda frescura, como si la queja de su paciente se tratara de un comentario cargado de humor, respondió: “¡Claro que son esteroides!, son los únicos que pueden controlar las alergias, y no se preocupe que no son peligrosos, con eso no pasa nada malo”.  A pesar de la seguridad con la que el médico habló, Rosa María, ya no confiaba en aquel hombre. Esa fue la última vez que acudió a una cita con él, y que introdujo en su cuerpo aquellos medicamentos, aunque el daño ya estaba hecho.

A partir de ese momento, Rosa María pasó meses de consultorio en consultorio. De alergistas a dermatólogos, reumatólogos, endocrinólogos, oncólogos… Seguramente no hubo un sólo especialista en Colsanitas al que Rosa María no visitara.

Le realizaron toda clase de pruebas: para lupus, cáncer, paludismo, e incluso sida, pero todos salían negativos, lo cual dejaba a los médicos en penumbra, sin saber qué hacer y sin tener idea respecto a lo que estaba afectando la vida de su paciente. “A situaciones desesperadas, medidas desesperadas”, dicen por ahí, y precisamente bajo este dicho popular se dejaron guiar los especialistas, quienes al no tener un diagnóstico exacto ante el cual actuar, decidieron experimentar.

Rosa María no tenía paludismo, pero le recetaron Aralen, un medicamento antipalúdico; tampoco tenía lepra, pero le sugirieron que probara con Diazona, un medicamento indicado para pacientes que padecen esta enfermedad. Ninguno de estos medicamentos dio resultados, pero sí trajeron complicaciones, como en el caso de la Diazona, que le provocó, aparte de las erupciones en la piel, hematomas y problemas de circulación en las piernas, por lo cual, tuvieron que suspender su ingesta.

En el afán de los médicos por solucionar el problema en la piel de Rosa María, no pensaron en cómo estaba reaccionando el resto de su cuerpo ante los tratamientos.

Luego de varios meses de experimentación, de prueba y error, los médicos se dieron por vencidos, y fue un reumatólogo quien se lo informó a Rosa María, agregando que ya no había mucho que se pudiera hacer por ella. “Yo le recomiendo que vaya preparando sus cosas, en caso de que muera, para que no deje a su familia con asuntos pendientes, porque nada ha funcionado y ya no hay más que podamos hacer. Ahora usted está en riesgo de sufrir un paro respiratorio y morir”, dijo el médico con toda honestidad, agregando, que la última opción que él veía, era recurrir a un médico de apellido Victoria, toda una eminencia como alergista, aún más reconocido que el doctor Carlos Quintero.

Su rostro, manos y piernas estaban inflamados, un vello facial que nunca antes había tenido ahora se extendía en su cara,  sus extremidades se adormecían y sus articulaciones le dolían al punto de que se le dificultaba agarrar objetos. Lo más preocupante era, que en primer lugar, ni con todos los tratamientos que habían probado en ella, la alergia cedía, por el contrario, se había instalado en todo su cuerpo, causándole una picazón y un dolor desesperante; en segundo lugar, los problemas de circulación le habían causado trombos en las piernas, y eran precisamente estos trombos los que más amenazaban su vida, ya que habían empezado a desplazarse desde sus piernas hacia la zona abdominal y si llegaban a los pulmones o el corazón sería fatal.

Luego de más de un año de haber soportado innumerables tratamientos y exámenes médicos, haber sido el conejillo de indias de los doctores y haber gastado grandes cantidades de dinero en medicinas (aproximadamente $1.200.000 al mes), Rosa María decidió arriesgarse una vez más y acudir a lo que parecía ser un última opción.

Para lograr una cita con el doctor Victoria, Rosa María tuvo prácticamente que rogarle a la enfermera que se la diera lo antes posible debido a su delicado estado de salud, puesto que el médico tenía una agenda tan atareada, que la próxima cita disponible era hasta dos meses después. Cuando la enfermera vio las erupciones cutáneas y los trombos, se compadeció y le abrió un espacio con él para una semana después.

La cita era a las 6:30 a.m y Rosa María, con todas sus esperanzas puestas en tan ilustre alergista, llegó a las 6: 00 a.m, pero el médico, tan solicitado como era, la atendió a las 11:00 a.m. Era un hombre de mirada despectiva y que emanaba un aire de superioridad ante sus estudiantes y sus pacientes. No le interesó saber el nombre de aquella mujer que con desespero acudía a él, simplemente tomó su brazo y con todo desprecio y frialdad dijo a sus estudiantes: “mire, en un caso como el de ella, uno ¿qué hace? Le mira las ronchas, las oprime, y si no le queda sangre es porque no tiene lupus, entonces uno como médico, ¿qué desea?, que se vaya donde otro médico para quitarse este problema de encima, porque a ella lo que le puede pasar es que le dé un paro respiratorio y se muera, porque tiene trombos”

Ella le agradeció por su inmensa calidad humana y salió del consultorio. Ahora, resignada a que su muerte llegaría en cualquier momento; la única tranquilidad que tenía era que había dejado a sus dos hijas y a su madre con una casa propia, un negocio que podrían sacar adelante, unos ahorros que les ayudarían un buen tiempo, y con todas las deudas saldadas, para que no tuvieran que pasar apuros y pudieran llevar una vida tranquila.

Cuando salió del consultorio, una mujer que se encontraba en la sala de espera, notó las erupciones en la piel de Rosa María, y  no pudo evitar comentarle que ella, tiempo atrás, había tenido una enfermedad parecida, que ningún médico le había podido curar, hasta que le recomendaron a un doctor que trabajaba en un centro médico en el barrio Colón, en la zona centro – sur de Cali. Le sugirió que lo visitara, pues él había sido el único en poder tratar correctamente su enfermedad y detenerla. Rosa María no dudó en aceptar esta oportunidad que la vida, de alguna forma, le estaba ofreciendo.

Manuel Esteban Mosquera, era un médico general que ejercía  en las tardes, de lunes a viernes, en el centro médico del barrio Colón. La consulta tenía un costo de $20.000.  En caso de que el paciente requiriera algún medicamento, él, muy amablemente, procuraba brindarles muestras gratis, que generalmente, cubrían buena parte del tratamiento; y en caso de que se necesitara realizar pruebas médicas, él se encargaba de contactar a sus pacientes con entidades con las que él estaba vinculado, de tal manera que obtenían descuentos muy favorables.

Para lograr una cita con el doctor Mosquera, solo era necesario ir al centro médico, pagar la consulta, y esperar que llegara el turno indicado en la ficha de cartulina que se entregaba en la recepción.

Cuando Rosa María entró al consultorio, el doctor Mosquera la recibió con una sonrisa, estrechó su mano y le preguntó cuál era su nombre, luego le pidió que tomara asiento y le contara lo que le estaba pasando, aunque ya a simple vista él había podido notar las erupciones en la piel y los rasgos inconfundibles del síndrome de Cushing.

“La paciente, por haber usado tantos derivados de la cortisona, había desarrollado el síndrome de Cushing, entonces, tenía cara de luna llena, cuello de búfalo y vello facial. A pesar de que los derivados de la cortisona, que le habían recetado,  le habían dado alguna mejoría, no habían desaparecido síntomas como el escozor, ni le daban alivio”, dijo el doctor Mosquera.

Luego de revisar a su nueva paciente y echarle una ojeada al inmenso folder que ella llevaba con los exámenes médicos que le habían realizado, el doctor decidió que lo más urgente era desintoxicarla de todos los medicamentos que había consumido y mejorar su circulación, además de implementar el uso de antihistamínicos, fármacos empleados para el control de las alergias, que no le produjeran tantos efectos indeseables, como lo habían hecho los esteroides.

Así empezaron con el tratamiento, el cual, aunque llevara mucho tiempo, daría sus resultados a largo plazo. La alergia, causada por estrés, según había concluido el doctor Mosquera, empezaría a ceder de una vez por todas, pero Rosa María tendría siempre con ella, pues las alergias no desaparecen, se controlan. El síndrome de Cushing sí desaparecería por completo debido a que ella ya no consumía medicamentos con esteroides, que son los causantes de que éste se produzca. Su circulación mejoraría con los medicamentos que él le había recetado, y a su vez los trombos  se disolverían, dejando de amenazar su vida con una embolia.

Lamentablemente el consumo de esteroides había producido daños irreparables, como la descalcificación en la cadera de Rosa María, la cual, ahora la obliga a tomar calcio a diario para prevenir que el desgaste sea mayor.

Para el doctor Mosquera, el principal error que cometieron los doctores que atendieron a Rosa María inicialmente fue que no le dieron a los medicamentos antialérgicos un tiempo prudente para actuar y dar resultados en el organismo, sino que al ver que no funcionaban en una o dos semanas de consumo, los cambiaban por otros, y de igual forma, como no daban resultados en pocos días, los descartaban. Luego desecharon la idea de que fuera una alergia y comenzaron a medicarla para enfermedades que no estaban seguros que ella tuviera.

El descuido de los médicos casi le cuesta la vida a Rosa María, cuando desde un inicio, sólo se trataba de una alergia causada por estrés. Ella quiso demandar a Colsanitas, pero en cuanto planteó la situación ante un comité de la entidad, ellos muy astutamente se defendieron alegando que en el contrato que ella había firmado al afiliarse, se dejaba muy claro que en caso de negligencia médica o mala praxis, no se harían responsables. Le dijeron, que si ella quería iniciar un proceso legal por lo que le había sucedido, debía demandar uno a uno a los médicos que la habían atendido, pero que aún así, era muy poco probable que la tomaran en cuenta, pues el uso de esteroides en tratamientos antialérgicos no es ilegal, y por lo demás, ellos sólo habían intentado ayudarla.  

Factores más comunes que causan alergias
• Alimentos 
Picaduras y mordeduras de insectos 
Partículas transportadas por el aire 
• Medicamentos 
Sustancias químicas

Esteroides:
Los esteroides, más conocidos como corticoides, son hormonas producidas naturalmente por el cuer- po, manifestados especialmente en la testosterona, en hombres, y progesterona, en mujeres. Estas hor- monas se han logrado sintetizar para crear grupos de medicamentos entre los que se encuentran los esteroides anabólicos y no anabólicos; los primeros son usados por deportistas o fisicoculturistas para aumentar su rendimiento físico y estimular el desar- rollo muscular; los no anabólicos, en ciertos, casos son recetados como un medicamento anti - inflama- torio para personas con problemas de asma, con el fin de desinflamar los bronquios y regular la función pulmonar, y para personas alérgicas, ayudando a retrasar o anular los efectos adversos que causan el polvo, alimentos u otros factores que propician el episodio alérgico.

Trombo:
es un coágulo sanguíneo que se forma en un vaso y permanece allí. La embolia es un coágulo que se desplaza desde el sitio donde se formó a otro lugar en el cuerpo. El trombo o embolia puede producirse en un vaso sanguíneo y obstru- ir el flujo sanguíneo en ese lugar, impidiendo el suministro de oxígeno y flujo sanguíneo a los teji- dos circundantes. Esto puede ocasionar un daño, destrucción (infarto) e incluso la muerte o necro- sis de los tejidos que se encuentran en esa área.

Síndrome de Cushing:
También conocido como hipertiroidismo, es un trastorno que ocurre cuando el cuerpo se expone a niveles altos de la hormona cortisol. También puede ocurrir cuando la persona toma demasiado cortisol u otras hormonas esteroides. La mayoría de las personas con el síndrome de Cushing presentará: 
Obesidad en la parte superior del cuerpo
Cara redonda, roja y llena (cara de luna llena)
Acné o infecciones de la piel 
Marcas purpúreas llamadas estrías en la piel del abdomen, los muslos y las mamas 
Piel delgada con propensión a los hematomas 
Dolor o sensibilidad en los huesos 
Acumulación de grasa entre los hombros (joroba de búfalo) 
Adelgazamiento de los huesos, lo cual lleva a fracturas de costillas y columna vertebral 
Músculos débiles
Crecimiento excesivo de vello en la cara, el cuello, el pecho, el abdomen y los muslos


La salud, un derecho de papel


Negligencia médica, violación a los derechos del paciente, indiferencia de las EPS a los usuarios, intereses económicos y corrupción; así se define el sistema actual de salud en Colombia.

Mauricio Santocoloma tiene treinta años y vive en Palmira – Valle del Cauca. Es un hombre de mediana estatura, con ojeras bien marcadas y una evidente dificultad al caminar. En el año 2006 solía ser guardaespaldas y su principal oficio era conducir un vehículo, trabajo con el cual aportaba el sustento económico para mantener a su esposa y a sus dos hijos.

Actualmente se encuentra desempleado, ya no puede ejercer su profesión, y mientras que su pareja trabaja, él se encarga de las labores hogareñas. Ya varias veces su matrimonio ha estado en riesgo de disolverse, pues esta situación lo hace sentirse  inútil, ya que, por ser el hombre de su familia, piensa que él debería ser quien proporcione todo lo necesario a su hogar.

No puede estar en pie más de cinco minutos y con el paso del tiempo, su salud se deteriora más. Tiene daños en las articulaciones y quistes en ambas piernas,  artrosis, requiere un cambio de rótula y posiblemente nunca recupere el 100% de la movilidad que solía tener. Desde el año 2006 su vida cambió drásticamente a manos de un escalpelo mal empleado.

Utopía:
Gracias a la reforma a la Constitución Política de Colombia, en el año 1991, quedaron estipulados los derechos del paciente, en los cuales, según el cirujano, especialista en administración de salud y gerencia social,  Carlos Édgar Rodríguez, se reconoce la dignidad humana, como eje de estos, pues todas las personas tienen derecho a la salud por el simple hecho de ser personas.

Acorde con la resolución 13437 de 1991, por la cual se constituyen los comités de Ética hospitalaria, y se adopta el Decálogo de los Derechos del Paciente,  es deber de la Nación y de los entes de salud correspondientes, asegurar que todas las personas reciban la más alta calidad en salud. Así mismo, los comités de salud que abarca este artículo tienen la obligación de divulgar estos derechos, educar a la comunidad Colombiana y al personal de las instituciones que prestan este servicio, velar porque se cumplan de forma estricta, canalizar las quejas y denunciar ante las autoridades competentes las irregularidades que se detecten.

Entre los derechos de los pacientes, se incluyen el derecho a elegir libremente al médico, a disfrutar de una comunicación clara y plena con el profesional de la salud, a  recibir un trato digno en el cual obtenga toda la información necesaria respecto a la enfermedad que padece,  a que su historia clínica permanezca es estricta confidencialidad, a que durante todo el proceso de la enfermedad se le preste la mejor asistencia médica posible, a revisar y recibir explicaciones respecto a sus gastos médicos, a aceptar o rehusar apoyo espiritual o moral, a que se le respete su voluntad de participar o no en investigaciones, a aceptar o rechazar la donación de sus órganos y a morir con dignidad.

En caso de que alguno de estos derechos se incumpla por parte de las organizaciones a las que se encuentre afiliado el paciente, este debe acudir a las entidades de inspección, vigilancia y control, como lo son la Súpersalud, la Defensoría del Paciente, la Secretaría de Salud, el Tribunal de Ética Médica o la Defensoría del pueblo, los cuales se encargarán de dar solución al problema a la mayor brevedad posible. Según Solanyi Mosquera, funcionaria de la Secretaría de Salud, en Santiago de Cali, para denunciar violación de los derechos del paciente, la persona debe, en primer lugar, acudir al defensor del usuario que ejerce en la EPS a la que está afiliada y presentar la queja para que se le solucione lo más pronto posible.

Cuando al interior de la EPS no se da una solución al problema, el paciente debe acudir a un ente externo que se encargue del caso. Tatiana Sánchez, asesora jurídica de la Defensoría del Paciente, afirma que en una situación así y actuando en función del deber del Alcalde de velar por la prestación de este servicio público, se requiere a la EPS involucrada para que en un periodo de tiempo determinado presente formalmente una solución al problema del usuario y se le aseguré que se le protegerán sus derechos. Si persiste el incumplimiento por parte de la empresa de salud, estos podrán recibir sanciones de tipo económico, administrativas e  incluso ser clausurados.  

Saludcoop – Negligencia médica
A finales del año 2006, Mauricio Santocoloma fue diagnosticado con un problema en su rodilla izquierda denominado ligamento cruzado anterior por choque de pierna con pierna, por lo cual se sometió a una cirugía,  en el año 2007, llevada a cabo por el médico Adolfo León Saavedra, en la clínica de fracturas de Palmira, asociada a la EPS Saludcoop. Interesado en enterarse del procedimiento que le habían practicado, Mauricio pidió un video de la cirugía, con la sorpresa de que días después, cuando se dispuso a ver la grabación, esta estaba en blanco, pero no le dio importancia debido a la excusa de la entidad de salud, que argumentó sólo era una falla técnica.

Mauricio empezó a preocuparse tras un accidente 15 días después de la operación, en el que sentía que se ahogaba, y, en su afán por recuperar la respiración,. intentó levantarse de la cama, apenas apoyando la pierna izquierda después de tanto tiempo. En una consulta médica posterior al incidente, le informaron que por haberse levantado, había echado a perder la cirugía en un 80%, un daño que debía ser reparado fácilmente, según el especialista. Sin embargo, al ver la orden para el procedimiento, Mauricio notó que lo que planeaban hacer era exactamente lo mismo que en la primera operación. Algo andaba mal, y una segunda opinión, la del médico Diego Marín Bonilla, confirmó sus sospechas; los clavos que habían colocado en su rodilla estaban por fuera de la rótula, lo cual lastimaba más su pierna, y además, ese procedimiento era obsoleto; lo que debían hacer para corregir el problema de Mauricio era emplear injertos de cadáver, un proceso con menos complicaciones.

Tras una segunda cirugía, realizada por el doctor Diego Marín Bonilla en el año 2008, Mauricio sintió de inmediato la diferencia con la primera operación, pues al día siguiente ya podía levantarse y caminar. Desafortunadamente nunca recuperó del toda la movilidad de su pierna izquierda, y con el paso del tiempo, su pierna derecha también se ha ido deteriorando.

Él asegura, apoyado por la opinión de otros profesionales de la salud, externos a Saludcoop, que en su caso hubo negligencia médica, sin embargo, la EPS nunca lo ha reconocido.  

Realidad
A pesar de que la salud es un servicio público al que todas las personas tienen derecho, en Colombia, esto no se respeta; un reflejo de esta violación del derecho a la salud, es lo que se vive en la Defensoría del Paciente, en donde, según Jaime Sierra, defensor del paciente, diariamente se reciben un aproximado de 100 denuncias, que desde el año 2008, en el que se fundó la Defensoría, suman más 3000, sin contar aquellas que se han realizado por vía telefónica. “Día a día estamos recibiendo reportes de muchas quejas, las más frecuentes son  la negación de medicamentos y citas médicas,  ya sean generales o con médicos especialistas, y retraso en tratamientos médicos o quirúrgicos”, afirma el funcionario.

Tal es el caso de Ramiro Delgado, quien hace dos años, preocupado por los antecedentes de problemas cardiacos en su familia, los cuales llevaron a la muerte a su padre y aquejan a dos de sus hermanos, decidió pedir a Coomeva, la EPS a la que estaba afiliado, que le realizaran exámenes preventivos, a fin de  confirmar si él también corría estos riesgos, recibiendo una negativa como respuesta por parte de la entidad de salud. Por más que intentó obtener una explicación, la EPS solamente le informó que no se harían cargo de exámenes preventivos.

Dos años después, las sospechas de Ramiro son una realidad; está presentando problemas cardiacos, y aunque los médicos aún no han podido definir exactamente qué padece, Coomeva ahora sí está dispuesta a realizarle los exámenes que hace tiempo él les solicitó.

“Muchas veces las EPS dan más importancia a lo económico que  a la calidad de vida  de la persona y prefieren hacer todo lo posible para ahorrar o para obtener mayores recursos que proteger la vida de los usuarios”, afirma Jaime Sierra.
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Desde el año 2008, Mauricio inició una batalla jurídica contra Saludcoop; ha denunciado su caso ante entidades como la Secretaría de Salud  y el Defensor del Pueblo, en Palmira, la Súpersalud en Bogotá, el Tribunal de Ética Médica, y finalmente, en la Defensoría del Paciente. Apenas ahora, en el 2011 y en parte, gracias al escándalo por integración vertical en el que se encuentra la EPS, la Súpersalud ha iniciado una investigación de la entidad y el Tribunal de Ética Médica hace un seguimiento a Adolfo León Saavedra por mala praxis; por otra parte, la Defensoría del Paciente, hace más de un mes, ha iniciado un proceso para que Saludcoop empiece a proponer soluciones para el caso de Mauricio, quien continúa esperando una respuesta ante las evasivas de la EPS.


Cronología – Mauricio Santocoloma
* Finales de 2006: es diagnosticado con ligamento cruzado anterior por choque de pierna con pierna
* 2007: primera cirugía con resultados negativos, llevada a cabo por Adolfo León Saavedra.
* 2008: segunda cirugía  con resultados positivos, llevada a cabo por Diego Marín Bonilla.
* 2008: inicia proceso jurídico contra Saludcoop, quien niega que hubo negligencia médica.
* 2011: Inician investigaciones hacia Saludcoop y hacia el doctor Adolfo León Saavedra por parte de la Súpersalud y el Tribunal de Ética Médica.


Aumento de demandas en el sector de la salud: Un total de 1.182 pacientes en Colombia presentaron en 2009 demandas por errores en su atención médica, según la Sociedad Colombiana de Anestesiología y Reanimación, Scare. Se estima que diez de cada cien pacientes en el país son víctimas de errores médicos que los llevan a incapacidad o incluso a la muerte.  Fuente: El País.

Integración Vertical: Realizar actividades diferentes a las relacionadas con la salud por parte de las EPS, como  por ejemplo hacer escuelas, clínicas u hospitales, clubs, como es el caso de Saludcoop, entre otros. La integración vertical está prohibida, ya que, teóricamente, todo el dinero que recaudan estas entidades, debería estar dirigido únicamente a la salud, con fin adquirir alta tecnología, para medicamentos, para la buena calidad del servicio.

¿Cuánto recaudan las EPS?
Las EPS recaudan aproximadamente 15 billones de pesos al año. El dinero que maneja el sistema general de salud en Colombia, asciende casi a 28 billones de pesos, que según informes del alto gobierno, representan el 6% del PIB. Si este dinero se empleara con transparencia y honestidad por parte de las EPS, todos los colombianos tendrían cobertura en salud con los más altos estándares de calidad.

Notas Anexas

El sistema  actual de salud  promueve la corrupción

En Colombia, existen dos formas de aseguramiento en salud, el primero es el régimen contributivo para quienes trabajan en empresas o como independientes, y que pagan una mensualidad que les permite recibir protección en salud; y el segundo es el régimen subsidiado, el cual es un servicio que asume directamente el Estado, para personas con muy pocos recursos económicos  y que no tienen empleo o tienen un trabajo informal. El régimen subsidiado se categoriza en nivel uno, dos y tres, dependiendo de la estratificación social de la persona.
El propósito principal del sistema de salud, según lo estipulado por la Constitución Política de Colombia y la Corte Constitucional, es que todos los colombianos tengan un amparo a nivel de seguridad social en salud, sin embargo, el sistema tiene un punto muy crítico, pues las EPS dan prioridad a los beneficios económicos que puedan obtener por encima de la salud de los usuarios.
Cuando el servicio que necesita una persona está por fuera del Plan Obligatorio de Salud (POS) y no tiene recursos económicos para pagar un examen, un especialista, tratamiento o una cirugía, puede instaurar una acción de tutela o puede escribirle a la EPS, informándole que no cuenta con el dinero para sus gastos; entonces, la entidad recurre al Fondo Nacional de Solidaridad y Garantía (Fosyga), quien cubrirá los gastos en conjunto con la EPS.
Lo que se ha descubierto, es que muchas de las cuentas enviadas al Fosyga se sobre costearon, es decir, se aumentaron los valores hasta en un 600%, y ese excedente queda en manos de la EPS. Se calcula que este dinero suma aproximadamente 9 billones de pesos que podrían ser empleados en el mejoramiento de la salud de los colombianos.
Otro punto crítico para el sistema de salud en Colombia, es el costo de los medicamentos, ya que en el país no hay regulación ni control por parte del Estado, sino que hay libertad de precios. Así, medicamentos que en Chile, Venezuela, Ecuador o Argentina son más económicos, aquí tienen valores hasta un 300% más altos, impidiendo a los usuarios, en muchas ocasiones, acceder a los tratamientos médicos que requieren.
Lo que le hace falta al sistema de salud en Colombia, según Jaime Sierra, defensor del paciente, es que los entes controladores del Estado sean mucho más enérgicos y empleen las herramientas de las que disponen para sancionar a las EPS y entidades que vulneran los derechos del paciente, ya que la salud debe primar por encima de los intereses económicos.